UN GLOBO CON NUESTRO NOMBRE
Nos pide Manolo que hagamos difusión de este cuento, especialmente recomendado para los Scouts.
Un día del mes de marzo, hace ya mucho tiempo, un viejo maestro de escuela
llevó globos a su aula y regaló uno a cada alumno. Les pidió que cada
uno pusiera su nombre en el globo que les había regalado, los dejaran en el
suelo y salieran de la clase. Una vez afuera, les dijo: “Tenéis cinco minutos
para que cada uno encuentre el globo que lleva su nombre”.
Los alumnos entraron corriendo a buscar cada uno su globo. Se atropellaban
unos a otros y los globos revoloteaban con tanto movimiento de los niños. Se
acabaron los cinco minutos y ninguno había podido encontrar el suyo.
El maestro les dijo entonces: “Coged cualquier globo y entregádselo al
dueño del nombre que lleva anotado”. En apenas un par de minutos todos los
alumnos ya tenían el suyo en la mano.
Finalmente, dijo el maestro: “Chicos, los globos son como la felicidad.
Nadie la va a encontrar buscando la suya solamente. En cambio, si cada uno se
preocupa por la del otro, encuentra rápido la que le pertenece”.
Y ahora, nosotros también tenemos un globo con nuestro nombre escrito. Ahora,
más que nunca, nos necesitamos los unos a los otros. No es por ti, ni por mí.
No es por los tuyos, ni es por los míos. Es porque ahora la salud de todos está
en nuestras manos.
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