TENEMOS QUE SEGUIR QUERIENDO
En el devenir
de estos días se va haciendo muy duro ir recibiendo las noticias que nos llegan
de gente que lo está pasando muy mal. Personas de nuestro barrio, nuestras
familias, gente cercana y, sobre todo, las personas mayores que han fallecido.
Esto nos llena de tristeza y de congoja. Nos viene el miedo y el hacernos
preguntas como dónde acabará todo esto y qué va a pasar con nosotros o qué va a
ser de nuestra gente.
Son preguntas
que es normal que nos vengan, ya que ante lo que está ocurriendo no podemos mirar
hacia otro lado. Pero tenemos un Dios que está cerca y es en estos momentos cuando
nuestra fe acude en nuestra ayuda. No de una manera un poco absurda, creyendo que
el Señor va a poner una especie de capa protectora a nuestro alrededor, va a impedir
que enfermemos o va a cuidar a los nuestros. Tampoco debemos pensar que los que
mueren es porque tenían que hacerlo, y que esta era la voluntad de Dios. No es
nada de eso.
En estas circunstancias,
cuando nuestros familiares y enfermos nos dejan no es porque Dios está lejos de
ellos, al contrario. Tampoco podemos decir que llegará el momento en que venceremos
a la enfermedad con nuestras propias fuerzas, porque eso no es cierto. Tenemos
que confiar más en el Señor, pero no con una fe que pida que nos proteja de una
manera radical, físicamente hablando incluso, sino como una fe que nos hace
comprender lo que está ocurriendo y que, sobre todo, nos hace estar al lado de
los que amamos y que están pasando por momentos complicados.
Tenemos que
seguir queriendo. Eso es lo que nos dice el Señor: “no hay mandamiento mayor
que el del amor a Dios y al prójimo”. Solo desde el amor nuestros profesionales
médicos, toda la gente que está sirviendo al país, los que permanecen al pie
del cañón en esta guerra y que se están entregando de manera increíble, pueden
vencer poco a poco al virus. Pero esto no es solo por nuestras fuerzas, sino
por ese amor que nos viene, precisamente, de parte de Dios.
Vamos a
ponernos con más confianza en el Señor. Vamos a intensificar nuestra oración,
reconociendo que somos limitados y que esta enfermedad nos puede ocurrir también
a nosotros. Intentemos cuidarnos y cuidar a los demás. Tenemos que seguir en
casa y que nuestros mayores no salgan de la suyas. Hacer caso a lo que dicen
las autoridades salvará vidas y eso nos hará capaces también de valorar un poco
más la nuestra y la de la gente a la que queremos.
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