ENTENDER LOS SIGNOS

Necesitamos palabras que nos ayuden en medio de las dificultades que estamos viviendo. Unas dificultades que se van agrandando cada día, al hacerse cada vez más largo el confinamiento. El golpe en nuestra salud y en la de nuestra gente es cada vez más duro y nos vamos haciendo cada vez más conscientes de las consecuencias que va a tener esta crisis sanitaria.

En medio de la dificultad y del dolor surge una doble manera de afrontar la cruz, el sufrimiento y la muerte. Podemos hacer como aquellos que se niegan a trascender lo que están viendo. Nos enteramos de afectados cercanos continuamente y eso nos golpea. Otra actitud es afrontarlo con esperanza. El golpe que hemos recibido no es el que nos va a doblegar del todo, el que nos va a tirar al suelo. Con la ayuda de Dios vamos a intentar encajarlo y, en la medida que se pueda, aprender de lo que está pasando.

No es fácil aprender del dolor ni podemos exigirlo. Cada uno de nosotros tiene que ver si es capaz de intentar comprender, aunque sea muy difícil, lo que hay detrás de todo esto. No del dolor mismo, la enfermedad, la pandemia, la crisis económica o todas las dificultades porque todo eso es un sinsentido. La cuestión es cómo aprovechar esto en nuestra vida y cómo puede hacer Dios que lo afrontemos para poder crecer y ponernos en el camino que nos muestra.

En medio de la dificultad hay vestigios y luces que nos anuncian que no todo está perdido. Todavía va a haber mucho dolor, muertos y enfermos, pero podemos agarrarnos a la esperanza de que esto terminará pasando. Debemos aprender desde la fe, sobre todo, que la espera no es mantener una actitud pasiva sino activa, en la que trabajemos nuestro interior, aferrándonos a lo realmente importante. 

Tenemos que pedir al Señor que nos dé capacidad para poder hacerlo. Necesitamos discernimiento para entender los signos que se nos van mostrando, incluso, en medio de la dificultad. No debemos ser cortos de vista, como algunos de los contemporáneos de Jesús, sino saber ver más allá e intentar trascender lo que es nuestra existencia.