LA PIEDRA ANGULAR

El evangelio del domingo pasado (Mt 21,33-43) termina con las palabras de Jesús diciendo “¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido?”. La piedra angular era la primera piedra situada en los cimientos de un edificio, con la que arrancaba la construcción. Se trata de una piedra bien visible y posiblemente labrada con el mayor cuidado.

Todas las otras piedras se establecían en referencia a esta piedra angular. Por dicha razón, suele utilizarse en los textos bíblicos como una imagen del fundamento de la fe. En este pasaje, Jesús está citando el Salmo 118: “La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en piedra angular; esto es obra del Señor y es realmente admirable” (Sal 118, 22). Isaías también pone letra a las palabras de Yahvé y escribe: “Voy a poner por fundamento en Sión una piedra selecta, angular, preciosa, que sirva de base: quien tenga fe no vacilará” (is 28,16). Y Zacarías relata que “De ellos saldrá la piedra angular, porque Yahvé está con ellos” (Zac 10,4).

Los primeros cristianos vieron en la piedra angular una referencia a la resurrección y a Jesús como fundamento de la fe. Pedro la usa en Hechos para condenar a los líderes religiosos judíos: "Él es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular" (Hechos 4,11). En la reflexión de las primeras comunidades se va avanzando en esa consideración de Jesús como piedra angular. Pablo en Efesios dice “Edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas y la piedra angular es Cristo mismo” (Ef 2,20). Y en la Primera Carta de Pedro se nos pide: “Vosotros acercaos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios; y así, como piedras vivas que sois, formad parte de un edificio espiritual” (1 P 2,4).

Esta acumulación de citas nos muestra que el fundamento último de nuestra fe -nuestra piedra angular- es Jesús. Karl Rahner se refería a Él como presupuesto y fundamento último de la creación y del verdadero existir y ser del hombre. Se convierte en la piedra angular de un nuevo edificio que dé frutos de justicia y paz.

La pregunta es cómo llevar esto a nuestra vida cotidiana y, sobre todo, cómo poner a Jesús en el centro. Una clave es asumir que la experiencia cristiana tiene que ver con un encuentro. La piedra angular de nuestra espiritualidad es el encuentro personal y profundo con Jesucristo. La vivencia de la fe no puede quedarse en conceptos e ideas, sino en vivir con la misma actitud positiva que Jesús a partir de ese encuentro. Cuando Marcos comienza su evangelio nos sitúa en la vivencia de Dios por Jesús como pura positividad. En él descubrimos el verdadero rostro de Dios. El autor de la Carta a Tito nos dice que Jesús es la bondad de Dios en persona.

Una espiritualidad cristiana que no ponga en el centro a Jesús tiene el riesgo de que el corazón se necrose. En la actualidad se habla de espiritualidad sin religión y de religión sin Dios. La espiritualidad está de moda y su búsqueda parece en auge, pero se está dando algo así como creer sin pertenecer. Frente a eso, en la espiritualidad cristiana hay dos elementos clave: la relación personal con Jesús y la preocupación por los demás. Es la fascinación por el Dios vivo que está con nosotros, que va a transformar nuestras vidas. La fe no va a eliminar el dolor ni a cambiar la situación social, pero da un sentido nuevo a nuestra existencia al descubrir que somos amados personalmente por Dios. Y debería haber una preocupación por el prójimo, que es la etiqueta de garantía de una espiritualidad auténtica.

Por supuesto, hay que respetar esas otras nuevas formas de espiritualidad. Hay que recoger todo lo que tiene de positivo este movimiento, pero tener claro lo que es esencial, que es el encuentro personal con Dios y la relación con el prójimo. El centro de todo es Cristo y Dios se da a conocer en su persona. ¿Es esta la piedra angular de mi vida?

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares