VOY CONTIGO
En el evangelio de Marcos encontramos dos relatos de curaciones de ciegos. El evangelista presenta a la comunidad a la que dirige su texto modelos de fe que puedan ayudarla en un contexto en el que muchos de ellos sufren y son perseguidos. El autor resalta la falta de entendimiento de los discípulos, dando a veces una imagen muy negativa de ellos. Si los discípulos no son un modelo de fe, tiene que proponer otros modelos a esta comunidad, que suelen aparecer como personajes menores (los ciegos, el leproso, Jairo,…).
El primero de los relatos de ciegos cierra
la primera sección del evangelio, en la que se va presentando el mensaje de
Jesús en Galilea. En ese primer pasaje, Jesús abre los ojos al ciego de Betsaida, para
que los que acogen su mensaje puedan comprender el sentido de su Reino y
seguirlo. En el evangelio de este domingo, Marcos nos presenta un último relato
de milagros antes de que culmine la subida a Jerusalén. Bartimeo, un ciego de
Jericó, excluido de la sociedad, nos representa a todos nosotros, condenados a
la ceguera, pero con la esperanza en un futuro mejor.
Ese texto previo plantea, por tanto, la
capacidad de autoengaño que tienen los discípulos. Creen en aquello que quieren
creer y miran lo que les conviene. No son capaces de ver más allá, mientras que
el camino de entrega está en contra de cualquier forma de poder, especialmente
el que se ejerce contra los más desfavorecidos. El Reino es amor desinteresado:
el que quiera ser grande se tiene que convertir en servidor y la comunidad de
Jesús necesita servidores.
Desde aquí podemos comprender esta
nueva curación. La otra (la de Betsaida)
también aparecía después de la falta de entendimiento de los discípulos, pero
ahora hay una diferencia y es que Bartimeo “le siguió por el camino”. Esta
palabra es muy importante en el Evangelio de Marcos: el final del camino de
Jerusalén es la entrega de la vida. El ciego es, así, el paradigma del
auténtico discípulo. Ha comprendido a Jesús y se dispone a seguirle hasta
entregar la vida con él. Recibe de Jesús el don de la vista y sintiéndose tocado dice: “voy contigo”.
El
texto plantea, por tanto, la importancia de recibir y que de ahí se da. Lo
primero es la misericordia de Dios y lo segundo es recibir el don, que capacita
para dar esa respuesta. El ciego anticipa lo que Pedro y los discípulos harán después
de la Pascua. Serán capaces de seguirle y entregar la vida. ¿Qué necesitamos
nosotros? Abrir los ojos, que en cierta manera significa consentir que se
despierte el deseo de una nueva manera de ser ante Dios. Se trata, primero, de consentir
al amor con el que hemos sido amados, y, segundo, seguir el camino de Jesús. La
cuestión es comenzar a ver, educar la mirada, caer en la cuenta de la realidad
que viven los más vulnerables y ponernos en marcha.
LAC
Tendremos análisis teológico - económico del Evangelio de este Domingo 7-XI-2021?
ResponderEliminarSabemos que eres un hombre con muchas ocupaciones pero algun@s echamos de menos tus jugosas reflexiones...