RETIRO DE CUARESMA 2023
Este sábado hemos tenido el retiro de Cuaresma, animado por Luis Fernando Niño del Portillo y celebrado en el colegio de la Divina Pastora. Luis Fernando nos ha invitado a recorre un camino muy especial: En el camino de Jesús, somos seguidores llamados a re-nacer.
El
punto de partida para la reflexión ha sido la idea de que lo que no es posible
para el hombre sí lo es para Dios. Todo es posible para el que cree. Dios
siempre nos sorprende, siempre excede nuestras expectativas. Lo que nos podemos
proponer para esta Cuaresma es reafirmar y consolidar nuestra vida cristiana. La
fe se ha dado para los descreídos; la esperanza se regala para los
desesperanzados y el amor se pierde cuando no se entrega. Hoy estamos invitados
a entrar, conscientes de nuestras limitaciones y de nuestras tentaciones, a
este tiempo de Cuaresma.
Luis
Fernando nos ha propuesto hacerlo de la mano de Nicodemo y lo hemos hecho
profundizando en el texto del Evangelio de Juan (3,1-9.14-17).
Qué
hace Nicodemo
Nicodemo
va al encuentro de Jesús “de noche”. Y al ir a ver a Jesús corre el riesgo de
perder su reputación como buen fariseo y escrupuloso observante de la Ley. Pero
su inquietud y su búsqueda es más fuerte. Nicodemo se dirige a Jesús porque le
atrae la esperanza de encontrar respuestas a sus inquietudes. Quiere conocer a
Jesús, dialogar con él, y hace su primera confesión de fe: “has venido de parte
de Dios”. Esta búsqueda personal es también búsqueda de sentido: ¿qué le puede
decir Jesús a su vida?
Y
esta ha sido, precisamente, la primera pregunta que Luis Fernando nos ha propuesto
para la reflexión personal: ¿CÓMO ME ACERCO YO A JESÚS?
Qué le dice Jesús a Nicodemo
“En
verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de
Dios. ¿Cómo es posible renacer? Dice Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre
siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer? Jesús le responde: “en verdad, en verdad te digo: el que no nazca de
agua y de espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.
El
Reino no es un lugar o un Estado, porque como dice el mismo Jesús vive en medio
de nosotros. El Reino es la presencia misma de Dios que vive en medio de su
pueblo; es aceptar que nadie es dueño absoluto de su vida. Es reconocer con
humildad que no todo depende de uno mismo y ponerse con toda confianza en las
manos del Señor.
Nacer
de nuevo es acoger al Espíritu Santo. Habla del espíritu como viento, algo que
no se puede atrapar, pero que, a pesar de ello, es real, mueve el aire que nos
hace vivir, se deja sentir de múltiples maneras. El hombre que renace de lo
alto se vuelve dócil a la acción de este viento, se deja moldear. Es una acción
de Dios a la que se responde aceptándola; es una novedad total. Lo que se trata
no es de “entrar en el vientre de la madre”, sino de “entrar en el Reino”, en
ese ámbito donde adherirse a Jesús. Estamos invitados, pues, a dejar atrás
nuestro aferramiento al pasado: los viejos odres de nuestros prejuicios y de nuestras
convicciones anquilosadas en el tiempo pueden estallar ante el vino nuevo y
joven del reino.
Desde
estas premisas, la segunda pregunta para la reflexión ha sido: ¿QUÉ ES LO
QUE TENGO VIEJO EN MÍ QUE NECESITO RECONOCER PARA PODER RENACER?
¿Cómo puede suceder esto?
¿Cómo
es posible renacer a una nueva vida cuando se ha vivido en mucho tiempo, cuando
se tienen creencias arraigadas o hábitos consolidados? ¿Podemos cambiar la vida
cuando ya se ha vivido mucho o incluso cuando le queda poco tiempo por delante?
Para Dios, incluso la vida de un anciano tiene sentido y futuro. A veces nos
creemos inútiles, incapaces de dar nada a los demás, y nos volvemos prisioneros
de la resignación. Nos ilustra muy bien este punto el salmo 71, en el que un
anciano a causa de la edad está resignado, pero sabe que Dios no le abandona y
por eso dice: “me hiciste pasar por peligros muchos y graves; de nuevo me darás
vida, me harás subir de lo hondo de la tierra”. La respuesta de Jesús a Nicodemo
es una buena noticia. Le dice que uno puede nacer de nuevo si cree que “tanto
amó Dios al mundo”. Se puede renacer porque tanto amó Dios al mundo que le dio
su Hijo.
La
pregunta de Nicodemo a Jesús de cómo puede suceder esto nos la podemos hacer
nosotros también ahora, especialmente en esta Cuaresma. Y esta ha sido la tercera
pregunta de nuestra reflexión: ¿Como puedo vivir la Cuaresma para llegar a
ser un hombre o una mujer nueva, para andar un camino nuevo hasta la Pascua de
resurrección? Nos tenemos que preguntar cómo puede suceder a pesar de todos
los condicionales que nos pongamos (si ya soy mayor, si ya soy cristiano de
toda la vida, si…).
¿En qué quedó este encuentro para Nicodemo?
Comenzó
un nuevo camino para Nicodemo como discípulo que sigue a Jesús. Es un camino en
el que pasa por distintas etapas que le llevarán a renacer de arriba como Jesús
le había anunciado. Había ido de noche antes con miedo de que le vieran, pero cuando
los sacerdotes y fariseos deciden arrestarle aparece y toma públicamente la
defensa de Jesús superando ese miedo que le llevó a aquella noche a ver a Jesús.
Le defiende: “¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero
y averiguar lo que ha hecho?”. Ha comenzado a nacer de nuevo, no calla ante la
injusticia. El amor de Jesús le ha dado valor, ha pasado de la noche al día.
Más
tarde, ante la muerte de Jesús crece su valentía superando todo miedo. Como
José de Arimatea asume riesgos y ayuda a bajar el cuerpo crucificado de Jesús.
Supera todo miedo y solo queda lugar para la piedad y la ternura. Nicodemo
puede contemplar en el escándalo de la Cruz el amor inimaginable de Dios que se
hizo hombre en ese Jesús, Hijo de Dios, que descendió del cielo y se levantó en
la Cruz para que los que creen en él tengan vida eterna. Cuando todos piensan
que nada se puede hacer por Jesús, el gesto tierno de Nicodemo y de José de Arimatea
prepara la resurrección del Señor y dice que la muerte no tiene la última
palabra. Nicodemo está así testimoniando que es un hombre nuevo, que no tiene
miedo sino que está lleno de fe.
Desde
el compromiso con la vida no hay espacio para el desencanto, para la desilusión
ni para la amargura. Si amas la vida no puedes echarte atrás. La desilusión y
el desencanto se superan con objetivos por la vida. Ama la vida, trabaja por la
vida (en tu familia, en tu parroquia, en tu trabajo,…). Ama la vida cuando
creas que ya nada se puede hacer.
Jesús
al hablar con Nicodemo propone una interrupción, un nuevo comienzo, y echa mano
de la acción de un Dios capaz de crear y de re-crear, de re-construir, re-hacer
y re-novar y que tiene siempre al espíritu que Dios insufló como aliento sobre
el Adán de arcilla y que es capaz de hacer revivir a los huesos secos. “Cuando
crees que ya nada se puede hacer…”.
Estas
ideas nos llevaron a la última pregunta para la reflexión: ¿QUÉ SUPONE RENACER
EN TU VIDA? Para esa pregunta nos pueden servir imágenes como cómo re-nace
Zaqueo, el samaritano o las claves que da Jesús para re-nacer en el pasaje con
Marta y María.
El
retiro concluyó con una oración final y con la Eucaristía.
Comentarios
Publicar un comentario