UNA SOLIDARIDAD QUE SE EXTIENDE

Nuestra parroquia tiene un templo pequeño, pero una comunidad grande. Este calificativo se lo podemos dar no tanto por una cuestión de cifras como por su actividad solidaria. Son muchas las familias que se atienden desde los servicios de Cáritas, que tratan de ofrecer no solo asistencia material sino una cálida acogida a quienes pasan por una situación de carencia o privación.

Esa ayuda es necesaria porque la pobreza sigue afectando a una proporción elevada de las familias de nuestro barrio y el riesgo de precariedad social es especialmente grande en algunos hogares con menores de edad, cuyo futuro queda comprometido por esta situación. Es nuestra obligación no permanecer indiferentes ante estas realidades, con miembros de la comunidad excluidos por unas malas condiciones económicas y que no disfrutan, como es debido, de los derechos fundamentales.

Construir una sociedad más justa pasa por reforzar la solidaridad con los más necesitados. Pasa también por alimentar, al hacerlo, nuevas formas de solidaridad. Aunque existieran más recursos, más voluntarios o mayor financiación, o incluso si nos planteáramos acciones mucho más ambiciosas que las actuales, sin esa vocación de crear solidaridad nuestra acción sería siempre limitada. Tal vez podríamos amortiguar mejor los efectos de la exclusión social, pero sin alterar las pautas sociales que la producen.

La red solidaria crece cuando de una acción surgen otras y cuando de la expresión de esta solidaridad surgen nuevas formas de ayuda a los más vulnerables. Queríamos compartir con vosotros una muestra de esta planta que se va haciendo más grande. Hemos recibido una carta de una persona que pasó por nuestra comunidad en los tiempos más duros de las últimas crisis. Se acuerda de nosotros desde Holanda, donde se trasladó en busca de otras oportunidades. No solo nos recuerda con afecto, sino que, al conocer las duras condiciones que todavía persisten para muchas personas, nos envía un donativo para ayudar a paliar esas necesidades. Con gran agradecimiento, la compartimos.


Estimados amigos,

Soy un antiguo vecino de la calle de Tenerife, ahora emigrado a tierras lejanas donde estoy reconstruyendo mi vida. Cuando vino aquella crisis dentro de una crisis que fue el coronavirus y la Filomena y se paró todo, ustedes fueron de los pocos que estuvieron organizados para que a los vecinos no les faltara alimento. Les envío un donativo que le será útil, porque las noticias que me llegan de España son de más problemas y costes de la vida muy altos.

Un saludo

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